Me levanto por la mañana y, como todos los días, primero me lavo la cara, después desayuno y por último lavo los dientes. Pero hoy me he despertado más contento, más feliz, más entusiasmado… porque es sábado y, por supuesto, no hay colegio; pero, sobre todo, porque hoy, como todos los fines de semana que mis padres y yo podemos, vamos a ir a cenar a casa de mis abuelos y voy a poder cenar esa comida que a mi tanto me gusta: huevos fritos con chorizo y patatas fritas.
Es una comida riquísima. Cuando coges el pan y tocas la yema parece como si rompieras una pared de gelatina y si le acompañas con dos o tres patatas al mismo tiempo, se produce una fiesta de sabores indescriptible.
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