martes, 6 de mayo de 2014

NOCHE SUSURRANDO

Cada vez que Yago se acostaba, su habitación cobraba vida. Él ignoraba todo lo que ocurría mientras dormía. Sus libros despertaban, bajaban de las estanterías, donde se pasaban todo el día, y se divertían charlando entre ellos, pero siempre en voz baja, susurrando. Los más grandes le enseñaban a los pequeños cómo hacerlo sigilosamente. Los lápices, rotuladores y bolígrafos organizaban carreras, rodaban por el suelo del cuarto. Siempre con cuidado de no despertar a Yago. También sus viejos bloques de construcción se unían  a la fiesta nocturna, competían para ver quién podía hacer la torre más alta.
Cuando las primeras luces del día amenazaban asomándose por los huecos de la persiana, todas las pertenencias de Yago volvían a su sitio original y el chico se levantaba sin poder imaginarse, ni por un instante, todo lo que ocurría por la noche en su habitación, siempre en un susurro.
Nuria 4ºB

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